Siguiendo la estela
de las Argonáuticas de Apolonio de Rodas
Cuán imposible es olvidar el legado que nos han dejado aquellos bienaventurados y audaces griegos en la actualidad y que, afortunadamente, la gente puede disfrutar en esta sociedad. Tal vez sea una escritora en ciernes que no dispone de una elevada destreza de escritura; no obstante, el tema de la Antigua Grecia me conmueve y crea en mí una inspiración que me anima a escribir con el fin de reivindicar esa gran herencia que hemos obtenido de los griegos, por lo que intentaré ser concisa y, sobre todo, crear un vínculo entre ambas sociedades.
Uno de los tormentosos días en los que la diminuta hierba cubría el árido suelo, las nubes eran el diáfano reflejo del mar y la lluvia me golpeaba atrozmente como la constante brisa, me encontraba caminando por la agridulce pradera y divagando sobre el papel de los primitivos griegos. Cada paso que daba era la aparición de una nueva palabra en mi cabeza, deambulaban por cada parte de mi cerebro hasta encajar en mi mente. Por lo tanto, decidí coger una libreta y echar a correr la tinta sobre el áspero papel con el fin de recordar todo lo que se me pasara por la mente a partir de ese momento.
Antes de que la tinta escribiera, quedé prendada con una de las estatuas presentes en aquel lugar, en una esquina algo escondida. Me acerqué a apreciar tal reliquia y, de repente, me di cuenta de que era el bienaventurado e insuperable Jasón, protagonista de las Argonáuticas de Apolonio de Rodas. Aquel personaje apareció en mis pensamientos de la manera más transparente posible, pues recordaba detalladamente todo acerca de él.
La obra relata los peligrosos lugares a los que deben acudir Jasón y los argonautas, esto es, en los dos primeros libros se narra la expedición de los argonautas desde Argos y su involucración en diferentes proezas heroicas, producto de una ingeniosa capacidad de invención de personajes totalmente ficticios. No obstante, el libro III muestra el amor como una pasión desenfrenada entre Medea y Jasón, así como la inolvidable noche en su lecho y su casamiento, a cambio de ayudarle en la búsqueda del vellocino. Por último, el IV libro relata el regreso de los argonautas tras realizar visitas en las diferentes islas. Sin ánimos de ser exhaustiva, no pretendo alargarme con este resumen, pero aquella escultura despertó en mí un sentimiento totalmente abrumador que me indujo a hablar de esta excelente obra.
Aunque no se aprecie en este escrito, cada vez que tengo la oportunidad de leer a un autor helenístico intento aprovecharla. Por ello, cuando leí a Apolonio de Rodas me llamó la atención la similitud entre Apolonio y Homero, ya que ambos continúan relatando experiencias imaginarias y predomina una ficción a partir de recursos inventados pero, a su vez, sacados de la realidad existente en aquel tiempo. No hace falta ser muy sabio para observar la tradición clásica presente en autores modernos, pues han elaborado innovadores escritos que parten del legado clásico, a pesar de la inserción de elementos novedosos. Esta aclaración la hago para que vislumbréis la estrecha relación de esta obra con los episodios odiseicos y, sobre todo, con la tradición actual.
En segundo lugar, recuerdo cada uno de los rasgos o principios fundamentales que tomaba Apolonio para llevar a cabo sus obras y me gustaría destacar un tema primordial: la mitología, gracias a la cual poseemos breves cuentos imaginarios que favorecen el desarrollo de la comprensión escrita. No obstante, si nos centramos en el tema principal, esto es, la superación de determinados obstáculos por el protagonista debido a la pasión de Medea, vemos que el amor es aquella llaga creada en el ser humano que no solo produce mal y dolor, sino también una sensación de júbilo que nos insta a actuar sin razón. Continuando con el tópico del amor, he de mencionar a aquellos poetas que han utilizado este tema para llevar a cabo su poesía, entre ellos el memorable Catulo o la poetisa Safo. Asombrosamente, a este autor, Apolonio, se le atribuye la creación de la novela romántica por su ingeniosa técnica.
No he podido separarme de la primitiva escultura a la que me aferré justo cuando llegué a este lugar, no paro de anotar todas las ideas que surcan por mi mente para darle sentido al mundo griego que se esconde tras de mí y que, paulatinamente, intento descifrar a partir de lecturas previas. Tal vez tenga demasiado interés en los textos tardíos que intento desentrañar y analizar los rasgos de Apolonio, mi querido Apolonio.
Sigo caminando con el fin de abarcar otros temas tardíos pero, desafortunadamente, mi mente ha sido totalmente ocupada por este asombroso autor. Por tanto, continúo relatando breves aspectos que nos ha legado a lo largo de la historia. Además del tópico amoroso, recuerdo la frecuente descripción de la naturaleza, presentada como un elemento humano al que personifica y, a su vez, sempiterna. Ahora mismo, valoro aún más los adjetivos con que se refiere a la naturaleza, pues me encuentro frente a un hermoso paisaje atestado de frondosos árboles, innumerables plantas y un rayo de sol que me cubre toda la visión. La naturaleza continúa siendo un tema tratado con asiduidad entre los autores actuales y muchos de sus poemas son dedicados a ella.
Asimismo, no solo hemos de hablar sobre aspectos textuales propios de la obra de Apolonio de Rodas, sino que, a medida que avanzo por el campo, voy encontrando pequeños testimonios griegos que resultan ser totalmente extraños para mí. Rápidamente me incorporo para apreciar la pequeña figura de un héroe junto a la escultura de Apolonio de Rodas. Este no es un héroe, sino una heroína. ¿Quién pensaba que ya podíamos hablar de heroicidad femenina? Bueno, es cierto que Apolonio trata con delicadeza este tema y realiza una involucración de la mujer como objeto principal de la historia. Sin embargo, la mujer siempre había estado excluida del ámbito público y externo debido a la primitiva concepción de su labor social. Asimismo, Apolonio abandona ese carácter misógino propio de muchas obras antiguas.
Ahora sí, mi libreta está cogiendo forma y va creciendo el volumen de esta. Traigo ahora a colación el recuerdo de mi primera lectura de las Argonáuticas, donde Apolonio hizo una gran cantidad de alusiones a la literatura griega que nos ayudan a enmarcar los pasajes en unas coordenadas espacio-temporales determinadas. Tal vez la literatura pueda parecer un aspecto demasiado teórico que no tenga relevancia en este relato, pero gracias a ella la compresión de las Argonáuticas resultó ser más digerible y de mayor agrado para mí.
Seguidamente, me siento en una piedra para cerrar la libreta y apartar mi mirada de aquellas figurillas y estatuas que invaden el lugar. De repente, observo las asombrosas inscripciones talladas en uno de los bustos abandonados y pienso la suerte que tengo de haber estudiado griego, pues gracias a mis conocimientos previos pude desentrañar qué contenido poseían estas inscripciones, aunque ya no hubiera cabida para este aspecto en mi libreta.
Una vez cerrada mi libreta y caída la gélida noche, reflexiono sobre la importancia del legado clásico, pues a él debemos nuestra actual existencia. Quién diría que tópicos tan abarcados a priori como el amor o la naturaleza son posibles de tratar debido al papel de los griegos en el mundo antiguo. Asimismo, mis agradecimientos a la cultura y lengua griegas son infinitos, pues otorgaron un verdadero sentido a la visita en aquel lugar atestado de ruinas y testimonios griegos. Es por ello que os animo a disfrutar del legado clásico que vislumbramos hoy día; sumergíos en ese horizonte imposible de otear e involucrad a las lenguas clásicas en vuestras vidas.
En definitiva, mantengamos vigente esa antigua civilización de la que hemos heredado tantas costumbres, valoremos a antiguos autores que nos han legado perfectas traducciones y, sobre todo, son el antecedente de la literatura contemporánea. Realcemos las proezas de los antiguos griegos que han dado lugar a memorables mitos y que, afortunadamente, podemos conocer tras su lectura. Exprimid ese legado clásico que conduce al éxito y que tanto conocimiento proporciona al individuo. Incluso el mismísimo Marco Aurelio resaltaba la importancia de la actitud griega para afrontar situaciones y apremios cotidianos. Por último, siempre me gusta acabar con una sentencia elaborada por mí, en este caso es la siguiente: “el olvido del legado griego se debe a una ausencia de sentimiento, pues un ingente y verdadero vínculo con el griego es inolvidable, sempiterno”.