A la luz del conocimiento
Las conversaciones más profundas surgen en el momento más inesperado. Los encuentros más entrañables, en el lugar más insospechado. Y los buenos ratos, siempre en la mejor compañía.
Hoy día 12 de abril se han clausurado las Jornadas de Orientación Universitaria de la UCA, celebrándose sus últimas dos sesiones en nuestra Facultad. En un entorno acogedor, hemos compartido sendas mañanas en las que han discurrido cientos de alumnos provenientes de distintos puntos de la provincia con el fin de conocer las posibilidades formativas que ofrece la institución. Decenas de titulaciones que, planteadas desde distintas áreas de conocimiento, han sido objeto de la curiosidad y el interés de los que serán los futuros discentes de la misma.
Una ocasión que no han dejado pasar los integrantes de las aulas de Filosofía y Letras, profesorado y estudiantado, para compartir experiencias y sembrar la semilla del conocimiento en los visitantes. Una casuística que me ha resultado verdaderamente inspiradora, y que es el germen de este breve texto. Una reflexión personal sobre la experiencia vivida con compañeros y alumnos, que, embargados por la ilusión y el entusiasmo, y poniendo toda su creatividad y arrojo al servicio de esta causa, han puesto en valor las Humanidades, en toda la extensión del término.
No solo me refiero, por tanto, a nuestro Grado. Sino a las sinergias generadas entre todos los integrantes de la mesa, pertenecientes a las distintas titulaciones, que, en paralelo a la labor de difusión llevada a cabo, hemos intensificado vínculos y creado nuevas alianzas, colaborado en la tarea de mentorización de forma multidireccional, e intercambiado impresiones muy diversas sobre nuestra percepción de la vida universitaria, el conocimiento, nuestros proyectos personales y profesionales, perspectivas de futuro, ideales, incertidumbres, anhelos…
Compartimos así, en este ciclo vital, una aspiración nada más cercana a la realidad que han vivido las generaciones que, desde esta misma posición, nos preceden, configurando toda una genealogía histórica que podría retrotraernos hasta los clásicos. Y es que como Sócrates asevera, el conocimiento es condición inexcusable para la libertad; conocimiento que para el filósofo llega desde dentro, y que hoy hemos intentado exteriorizar y transmitir a los más jóvenes, de la mejor manera que sabemos: a través de nuestra propia experiencia. Una puesta a prueba para los principiantes, que han cumplido con creces con esa máxima aristotélica que plantea que conocernos a nosotros mismos es el prolegómeno de toda sabiduría. Hoy cerramos esta actividad, creo que conociendo mejor nuestros límites. Límites que cada vez quedan más desdibujados, por la capacidad asertiva, la voluntad, la conciencia, el compromiso y la valía que han demostrado todos los participantes de la mesa en su función de orientación a los futuros estudiantes, llevando por bandera el lema que Horacio nos procuró gentilmente: sapere aude, atrévete a saber.
Más o menos sabios –con la carga subjetiva que ello pueda suponer el cuestionarlo–, todas y todos, con nuestro heterogéneo bagaje personal, académico o profesional, hemos dado lo mejor de nosotros para generar conocimiento e interés, en suma, incentivar y estimular bajo la citada máxima a aquellos que van a comenzar una nueva etapa en su transitar, en su camino. Quizás su viaje a Ítaca, al modo que plantea tan sugerentemente Kavafis; esperamos, en cualquier caso, que esté pleno de aventuras, y confiamos que lo hagan embarcando y partiendo del puerto que es esta casa.
Sería quizás muy arriesgado pensar que, emulando el mito de Platón, hemos invitado a salir de la caverna a la futura generación de universitarios. Pero ¿por qué no atrevernos? Ellos han dado buena cuenta de cómo van asomando –algunos tímidamente– su cabeza. Si bien, con la luz cegadora y a la vez reveladora –que, confiamos, diluye nuestra ignorancia cada día–, hemos intentado iluminar sutilmente su camino entre las sombras. Con el objetivo de que cultiven el conocimiento, y sean los futuros receptores, analistas y gestores de la herencia cultural que nos precede y que el pasado ha depositado generosamente entre nosotros; para que esta favorezca el germinar, y ayude a romper las cadenas, y a abandonar el calor abrasador de la hoguera. Quedando ahora acogidos por la calidez humana de esta familia académica y los lazos fraternales que aquí les aguardan.